Hace apenas un mes, celebraba mi cumpleaños cuando una notificación en mi celular me transportó cuatro años atrás, (2020) justo en medio de la pandemia del COVID-19. Recordé una celebración diferente, en una época donde yo era una persona distinta, no solo por ser más joven, sino por estar inmerso en lo que llamo “una papá cruda en el sancocho de la vida”.
En aquel entonces, mi único objetivo era el sueño americano: llegar a Estados Unidos para comenzar una nueva vida. Pero ahora, me doy cuenta de que este país ya no es mi destino final, sino el medio para alcanzar mis metas. A medida que me asenté aquí, comprendí que Estados Unidos ofrece lecciones que quizás hubiera tardado años en aprender en mi lugar de origen.
El dinamismo económico y cultural del país me enseñó que quedarse estático puede ser perjudicial para alguien recién llegado. Si ves este lugar como un destino final, te desilusionarás, porque es como correr una maratón sin meta definida. En cambio, debemos ver este proceso como el medio para lograr nuestros sueños: ahorrar para una casa, iniciar un negocio, pagar la universidad o cualquier otro objetivo que nos motive.
Acepta este proceso, abrázalo y recuerda cada día: “esto también pasará”. A veces, no podemos cambiar las circunstancias, pero podemos controlar nuestra actitud hacia ellas.
Querido lector, si te sientes perdido sin una meta clara, recuerda que ya estás en el camino correcto. Si no estás contento donde estás, actúa como lo harías al perderte en un viaje en auto: toma el mapa y encuentra nuevas rutas para llegar a donde realmente quieres estar.
Recibe un fuerte abrazo, y recuerda que la vida es un viaje de descubrimiento y crecimiento, donde cada experiencia nos enseña algo nuevo.
BY: Juliana Borge
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